Sin morir en el intento...
Cortesía del Departamento de Lengua
«¡Me va a dar algo!» piensas, asustado, en el momento en que todos tus compañeros de clase se quedan en absoluto silencio y giran sus cabezas hacia ti, a la espera de que comiences a exponer tu trabajo. Son unos segundos interminables de expectación, hasta que consigues despegar los labios y, tras una torpe carraspera, dejas salir un hilillo de voz. Intentas serenarte, pero las inesperadas reacciones de tu cuerpo no te ayudan nada: el corazón late a mil por hora, las manos se deshacen en sudor, la garganta está tan seca como si acabaras de comer un polvorón... y aún encima una voz interior, que no sabes de dónde ha salido, no para de repetirte que esto va a ser un fracaso. ¡Maldita sea, qué ganas de salir corriendo!
Pero ante todo que no
cunda el pánico. Los desagradables síntomas de ansiedad que provoca el hecho de
enfrentarse al público pueden combatirse siguiendo unas cuantas reglas. Son
estas:
ANTES DE LA
EXPOSICIÓN
- Elige un tema
que te resulte interesante y busca información sobre él.
- Prepara un esquema de tu charla y diferencia al
menos tres partes: introducción,
desarrollo y conclusión. También un coloquio al final de la charla.
- Ensaya la exposición utilizando frases cortas y
sencillas. Controla el tiempo que tardas en hacerlo.
- Siempre que sea posible, prepara material de apoyo: mapas,
ilustraciones o una presentación en Power Point.
- Descansa bien la noche anterior y piensa en la
ropa que te vas a poner: tienes que tener un buen aspecto.
- Para mantener a raya los nervios: practica alguna
técnica de relajación, respira hondo, desayuna bien y, si quieres, puedes
tener un poco de agua a mano.
DURANTE LA
EXPOSICIÓN
Una
regla de oro: nunca comiences diciendo «Disculpad,
pero es que estoy un poco nervioso...». Esa es la frase maldita. A
partir de ese momento todos, incluso los que no se habían dado cuenta, se
fijarán más en tus nervios. Y tú te pondrás peor, claro. Así que ya lo
sabes, nunca, nunca confieses en público cómo te sientes (de mal).
- Mantén
siempre la atención de tus oyentes:
esta es la pista que te indicará que todo va bien. Utiliza el humor,
recorre con tu mirada las caras de tus compañeros, hazles una pregunta o pídeles
su colaboración, sonríe, acuérdate de tus manos, gesticula, piensa que
estás de charla con alguien de la última fila, ese es el tono de voz que
tienes que utilizar.
- Descarta la voz monótona, las
lecturas interminables o la repetición de lo que ya pone en las
diapositivas, no mires hacia abajo ni intentes hablar muy rápido para
acabar antes. Al final, se hace mucho más aburrido.
- Empieza bien y termina mejor. Los dos momentos
claves son esos, el principio y el final. Para empezar puedes captar la
atención de tu público planteando un dilema o una pregunta sin resolver.Un
buen final se consigue dando la respuesta a la cuestión del principio y añadiendo
unas conclusiones.
- Si utilizas un Power Point, recuerda, habla al
público, no a la pantalla. No te dediques a leer lo que pone en la diapositiva.
DESPUÉS DE LA EXPOSICIÓN ,
EL COLOQUIO
- Tendremos
en cuenta que posiblemente nuestra charla de lugar a que nuestros
compañeros nos hagan preguntas, no lo hacen por fastidiar, es buen síntoma
de que la charla ha sido buena. Les responderemos con calma y claridad.
- Y, de ahí en adelante, no evites las oportunidades que se te presenten para hablar en público. Aunque da mucha pereza hacerlo... es la única manera de perderle el miedo.
Tengo que hacer que se me meta en la cabeza lo de hablar al público y no a la pantalla si utilizo PowerPoint, un saludo!
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